martes, 21 de febrero de 2017

Ambición

Lo existencial a los veintidós. La incertidumbre vitalicia de un pollo recién eclosionado que agita sus alas y salta creyendo que vuela. Los años que suenan tan largos y los calendarios que desfasan tan rápido.

La ambición respecto al nido y su zona de confort, en el rinconcito conocido o en el globo por conocer. Las apetencias cotidianas, las satisfacciones desconocidas. La tierra, que dicta, y el cielo, que sugiere. Los pies atados al suelo aunque no siempre debieran.

Las necesidades de uno, que no son las del otro. Mucho menos las de todos. Esa felicidad que todos buscamos y que no se esconde en el mismo pajar, ni a la misma distancia. Las peticiones del corazón. Las de la vocación, que no el oficio. Las del vicio. Un equilibrio imposible a toda vista, a toda comprensión, a todo raciocinio.

No son las calles, memorizadas o no. Tampoco el idioma, aprendido o no. Son los ecos, los destellos de los hechos propios y los ajenos. La conducta de los sueños. El mecanismo de la sonrisa.