jueves, 19 de octubre de 2017

Nostalgia

No miramos hacia el pasado por vértigo al futuro. Lo hacemos como arquitectos coquetos, gustosos de revisar una y otra vez lo cimientos de su obra. Admiramos cada ladrillo, con nombres y apellidos, mientra valoramos qué habría ocurrido de haber sido colocado uno o dos centímetros más retirado o próximo al corazón. Somos y seremos lo que fuimos, y aun satisfechos con el presente nos replanteamos todo lo que pudo ser y ya nunca será. Los senderos que tomamos y los que ignoramos por el camino. Las indicaciones que seguimos y las que quisimos ignorar.

La nostalgia es un ejercicio peligroso pero placentero. Trata sobre imposibles, las oportunidades a la que ya no se puede volver. Va de errores y aciertos, pero sobre todo de lo primero. Reproches a los que quizás jamás sabremos respondernos. Como la vida, el pasado trascurre entre la valentía y el miedo, la impotencia y la cobardía.

Adentrare en la nostalgia y mantenerse a flote ayuda a dormir con la conciencia tranquila. Que ya es mucho. La compasión no está tan mal.