lunes, 26 de septiembre de 2016

No moon

Hiere pensar que la noche sin Luna es menos bella. Que la completa. Lo personal es propio pero lo compartido vincula. Latir acompasado a un órgano fuera del cuerpo de uno. El reto diario de amanecer una sonrisa. Lo perverso del que se esconde e infringe lo ordinario.

Un gajo en una mandarina de dos. Enfados que solucionan besos, hechos y demostraciones. Contemplar desde cama cómo su mano tacha el lunes, el martes, el mes y el año. Aspirarla hasta las letras.

Sentimos para estrellarnos. A veces sentimos poco y poco tiempo para solo hacernos daño, creer que la herida fortalece y volver a darle vida.

Desde el doblar de una esquina no puede verse el otro, pero caminar insinúa. Caminando se pasan las páginas y se queman, las etapas. Pensar solo sirve para escribirlas.

Nunca fuiste tan importante pero ronroneaba el sofá (lo fuiste lo suficiente). Quizás deje la puerta medio abierta y quizás quieras entrar. Quizás te desvistas de pasado. Quizás se apaguen las farolas.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Septiembre, octubre

Septiembre, octubre algunos años, es un mes de recomienzos. De retomar o de empezar de cero, a pelo. De volver a nacer en un lugar que te desconoce, de abandonarlo todo y volver a germinar en una tierra desconocida sin saber si se riega o no. Septiembre, octubre algunos años, siempre es excitante.

Septiembre significó para mí la gran mudanza. Hace seis que dejé atrás a los amigos de nueve, los decisivos, los que forman. Con veinte soy la versión madura de la de catorce, pero no otra. Fueron días extraños, de sabor a miedo y sorpresa, en los que nada a tu alrededor cambia excepto tú mismo y las tres maletas inseparables que te acompañan y cambian contigo. Días excitantes en los que, yo, descubrí por qué era, donde había nacido y por ende dónde quería morir.

Septiembre, en concreto septiembre, significó hace dos la gran aventura, esa que te transforma entero. Salir del nido, esa vez sin tuppers. Poner horas de avión como distancia. Sentirte tan libre como para abrazar hasta el mal, libre también de sospechas. En aquella mudanza hacia donde se bebe más vino que cerveza hubo un reloj de arena que le dio un carácter único, temporal. Por desgracia, por elemental. Cada día fue el más feliz porque era uno menos, y nunca uno más. Siempre el más feliz.

Septiembre, y octubre también, son esta vez meses de oportunidades, de ganarlas y de perderlas. De incertidumbre. De no tener quién te aguarde salvo los de siempre, con la cuchara en la mesa y la explicación en la boca. De ella, o no. De haber hecho los deberes con puntualidad, pero no la situación laboral de tu país. De sentirse un cero cuando eres un diez. De faenar con la empresa privada, las colas y las listas. Este septiembre, octubre, es distinto. Porque no me espera nadie, soy yo el que tengo que buscar.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Definición de 'compartir'

Me esquivaste como se intenta esquivar lo inevitable y me mirabas de lejos, sin hacer nada por acortar la distancia. Nos unió el motor de una rotativa y con ese ruido de fondo empezamos a escribir páginas, las nuestras. El océano era verde cristalino y yo supe verlo.

Un chispazo prendió la mecha, un primer aviso bastó. Tú buscabas abrigo y yo comprensión. Mi armario no tiene fondo y tu bondad tampoco. Fuego y calma, calma y fuego. La estrella fugaz que esperó a que mirásemos a la vez para pedir el deseo. Ese.

Quemando tu desconfianza centímetro a centímetro mientras mis dedos recorren tu espalda y tu cuello. Mientras tú me miras con dos pozas de esperanza en las que me reflejo y sonríes. Voy advirtiendo que esta promesa no es falsa como la anterior y que, por primera vez, alumbro el significado del término ‘compartir’, de su definición. Y la quiero para ti, para contigo. Dos en el camino.