Cuando no
sé quién soy dejo de creerme. Me abandono a la incertidumbre, a la levedad del
ser no-ser, me convierto en sombra. Se apagan las luces y pierdo el norte, me
desoriento, dudo de palabras elementales, del habla y del número de dedos en mis manos.
Cuando no
sé quién soy pierdo la referencia. Busco respuestas en la nada, en espejos
rotos, interrogo a los desconocidos que me cruzo por la calle. Me obsesionan
las preguntas que siempre me hice, las que ya contesté y a veces pierdo.
Cuando no
sé quién soy me invade la tristeza. Las motivaciones dejan de tener sentido, me
dejo ir. Me ahogo en un vaso de agua y olvido que hago pie. Emergen fantasmas
susurrantes con la cara de mis miedos, me arquean las cejas y bajan mi mentón
hasta el suelo.
Cuando no
sé quién soy me cuesta recordar que soy maravilloso.