martes, 19 de septiembre de 2017

Lecciones

Cada otoño que pasa deja una lección. Lo preocupante sería que no supiéramos leer nada. La identidad suma años y cada vez pesamos más. Madurar implica matar la inocencia y aceptar realidades ingratas. Compañías como la mentira, la hipocresía y el interés. Ajenas y propias. Algunos se niegan a dejar atrás al niño y terminan viéndose solos.

Las amistades mueren. También se transforman. Lo que ayer fue una montaña hoy es un castillo de arena. Palacios convertidos en piezas de coleccionista. Negar las evidencias es de necios. Comprenderlas y empatizar, una necesidad. Crecer es recordar y celebrar las canciones de aquel verano en el que fuiste tan estúpido. Tolerar en otros los errores que atrás también cometiste.

Vivimos en los libros; en los que leemos y en los que vamos escribiendo aunque las palabras sean de otros. Al final todo son páginas que pasamos aunque haya capítulos en los que los personajes y las historias se repitan. Los hay quienes no quieren seguir avanzando y permanecen, doblan la esquina y regresan a párrafos ya viejos. Otros pasajes se arrancan.

También existen protagonistas que vuelven cuando atrás fueron despedidos. Curan las heridas o retornan a la vida. A veces para bien y otras para mal. Todo es tan simple como saber leer las lecciones.