Le preguntan que cómo está, que si sigue siendo el mismo, que si el mar le ha hecho volver a los viejos vicios. Responde que está bien, que la lluvia aún lo protege. Que aún recuerda el sonido de los charcos.
No se achanta, lo tiene claro. Tan tranquilo y tan estable, y a la vez tan perdido. La paz sólo trajo incertidumbre, y la Tierra no es plana. A veces piensa en arriesgarse, en levantar la vista del papel y jugar con los cuchillos. A veces se topa con espejos del pasado, que excitan y atemorizan al mismo tiempo.
Entre susurros confiesa que a veces se queda esperando, que deja luces o velas encendidas por si tocan a la puerta. Luego saca la balanza, pesa la carne y comprueba que no compensa. Pulsa el interruptor, sopla, y se bebe toda la botella de vino. Le sobra un vaso.
Se acuesta y duerme tranquilo. Sabe que quien lo quiere no lo aparca en el olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario